Diálogos, sentires y narrativas en torno a la participación en las aulas universitarias

Compartimos docentes y estudiantes una cultura común en torno a la participación? ¿Es fundamental la participación en las aulas universitarias para un aprendizaje exitoso? ¿Basta con tener un conjunto de herramientas y técnicas para hacer nuestras aulas participativas? ¿Existen sesgos de género en la participación dentro de las aulas?

A todas estas cuestiones, y algunas más, se les ha dado respuesta desde el proyecto de investigación financiado por la Oficina del Observatorio del Estudiante de la UCM (convocatoria 2021-22) dirigido por Jon Sanz e Irene Martínez, cuyo principal objetivo ha sido analizar las percepciones en torno a la participación dentro de las aulas universitarias desde una perspectiva de género.

Ya, autores referentes de las pedagogías críticas como Paulo Freire, nos advertían de la importancia de situar en el centro del proceso educativo al alumnado desde un posicionamiento activo, así como la necesidad de repensar los roles y estilos docentes.

Las pedagogías críticas, feministas y contrahegemónicas señalan la participación como fundamental para lograr una educación emancipadora y como práctica de libertades. Siendo un proceso complejo que va más allá de la aplicación de técnicas o herramientas aisladas (Martínez et al., 2020).

El Proyecto del Observatorio del Estudiante (en adelante POE) citado se ha centrado en la percepción sobre la participación que manifiestan tener los y las estudiantes desde un enfoque de género y en las narrativas pedagógicas del profesorado en torno a esta realidad.

Una de las principales preocupaciones ha sido cuestionar si docentes y estudiantes comparten un marco común en torno a la participación. Dicho de otro modo, si lo que el estudiantado espera de su paso por la Universidad coincide con las expectativas de los y las docentes y, por lo tanto, conocer si ambas partes otorgan la misma importancia al hecho de participar en las aulas. Cabe señalar que la participación en las aulas puede ser entendida desde diversos enfoques y perspectivas, entendiendo que la participación no solo se remite a una colaboración o cooperación por parte del estudiantado, de forma puntual o a su mera presencia en el aula respondiendo (o haciendo) preguntas directas en torno a dudas, sino que, desde un punto de vista social supone la implicación del estudiantado y del profesorado en dinámicas individuales y grupales, en la interacción en un espacio común con fines comunes, en donde poder tomar decisiones, tener capacidad de organización, planificación y control, en donde haya compromiso, responsabilidad y conciencia de lo que esto supone, tanto de manera individual como colectiva (Martínez y Sanz, 2022).

Esto contrasta con lo que la mayoría de estudiantes señalan como elementos que definen la participación en las aulas: responder a las preguntas del profesorado, asistir a clase, plantear dudas, mirar al profesorado o ser participativo en las exposiciones de los y las compañeras.


“Así, el punto de partida es compartido. La participación en las aulas importa para un mejor aprendizaje.”

El proyecto aquí presentado ha llevado a cabo una metodología mixta a partir de un modelo de etnografía educativa (del Olmo, 2017; Celigueta y Solé, 2013) junto con la aplicación de un cuestionario para estudiantes (tanto con preguntas cuantitativas como cualitativas). Dicho proyecto se ha desarrollado en varias fases: 1) fortalecimiento de las redes de profesorado interfacultades (participan 31 docentes de todas las áreas de conocimiento de la UCM); 2) análisis en torno a la realidad del estudiantado y sus dinámicas de participación en las aulas, a partir del cuestionario (707 estudiantes). 3) observaciones en las aulas y grupos discusión entre docentes; 4) triangulación y análisis de resultados; 5) publicación guía para docentes en torno a propuestas de formación docente para mejorar la participación.

Sabemos, entonces, que la participación es valorada como algo importante para el desarrollo de las clases universitarias. Ahora bien, cómo es dicha participación y qué reclaman estudiantes y docentes para llevar a cabo prácticas formativas participativas, son cuestiones fundamentales que se van dando respuesta en este POE.

Los resultados, tanto de cuestionarios como de grupos de discusión, revelan que la mayoría del alumnado asiste tanto a las clases teóricas como a las clases prácticas, siendo la asistencia mayor a las clases prácticas. También, el estudiantado revela que participa más en los grupos pequeños que en los grandes. En relación con el género, existe ciertas diferencias significativas en los grupos grandes donde hay mayor participación de los chicos. Las chicas, prefieren los grupos pequeños.

Otras diferencias de género aparecen, por ejemplo, al señalar los rasgos que definen a una persona participativa. Los hombres dan importancia a la seguridad en sí mismos, al conocimiento del tema y a tener una buena relación con el profesorado. Las mujeres perciben los rasgos vinculados con la personalidad, el grupo pequeño y el buen expediente como elementos que favorecen una mayor participación.

La mirada de género en todo el proyecto nos ha revelado una realidad que no es sencilla de analizar. Por un lado, el alumnado no reconoce diferencias de género en la participación real en las aulas, pero, por otro lado, en las observaciones del profesorado estas desigualdades sí son evidentes. Así, en los análisis de las narrativas cabe destacar: “Veo que sí existe un sesgo de género, al ser menos chicos parece que no, pero es verdad que siempre participan en todas las clases y suelen ser los portavoces de los grupos”; “En el laboratorio los chicos siempre se encargan de los cálculos y nosotras de las labores de cuidado del material, hacer las mezclas porque exige más sensibilidad de manos”.

Por último, una reclamación compartida por estudiantes y docentes es la importancia de construir espacios de confianza en las aulas para favorecer la participación. Entre el estudiantado las palabras que se asocian a la falta de participación son:  miedo, inseguridad, sentirse juzgados… Todo ello parece solucionarse desde la construcción de esos espacios de confianza.

Para ello, entre las recomendaciones que hacen docentes y estudiantes, se propone prestar atención a: la cohesión del grupo en los primeros días de clase, al clima del aula en grupos más pequeños, las metodologías colaborativas, los resultados colectivos, las evaluaciones formativas, el cambio de los roles docentes, la corresponsabilidad, el uso de lenguajes y materiales inclusivos, la accesibilidad del conocimiento y su aplicabilidad, entre otras.

En conclusión, en el citado POE se evidencian una serie de análisis que ponen sobre la mesa la necesidad de cuestionar las prácticas de participación en las aulas universitarias, destacando, por ejemplo: 1. una aceptación generalizada, tanto por parte del alumnado como por el profesorado, de la participación como un elemento esencial para el aprendizaje. Porque el conocimiento se adquiere mejor cuando implica la actividad del estudiante y peor si es recibido pasivamente; 2. reproducción de estereotipos clásicos en las aulas; 3. visibilización de factores individuales a la hora de reconocer facilidades o barreras para la participación frente a la invisibilización de factores sociales (historias de vida, entorno…);  4. importancia de los climas de aula de seguridad y confianza; 5. falta de un análisis de género y diversidades en la realidad de las aulas.

Como propuesta, encontramos en las pedagogías feministas (hooks, 2021, Bejarano et al., 2019, Martínez et al., 2021) un marco epistemológico necesario que otorga a los espacios de confianza un lugar central de los procesos educativos a la hora de desarrollar dinámicas de participación horizontales y que sitúen en el centro la ética del cuidado. Se apuesta por construir modelos docentes críticos e innovadores donde la participación vaya más allá de contestar las preguntas del profesorado o a la aplicación de herramientas descontextualizadas. Además, estas reflexiones conectan directamente con el sentido de la Universidad pública y la necesidad de formar ciudadanías críticas comprometidas con el Bien Común. Si queremos sociedades implicadas, necesitamos Universidades activas y, por lo tanto, aulas participativas.

Recomendamos, para profundizar en estas reflexiones, la guía para docentes que se publicará en la editorial La Catarata (en enero de 2023) donde se recoge un marco común teórico en torno a la participación en las aulas, así como diversas experiencias docentes en la UCM.

Referencias

Bejarano Franco, M. T., Martínez Martín, I., & Blanco García, M. (2019). Coeducar hoy. Reflexiones desde las pedagogías feministas para la despatriarcalización del curriculum. Tendencias Pedagógicas, 34, 37–50. https://doi.org/10.15366/tp2019.34.004

Celigueta, G. y Solé, J. (2013). Etnografía para educadores. UOC editorial.

Del Olmo, M. (2017). Practicing ethnography. A student guide to method and methodology. University of Toronto.

Hooks, B. (2021). Enseñar a transgredir. Capitán Swing.

Martínez, I., Rabazas, T., Sanz, C. & Resa, A. (2020). La Investigación-acción participativa en la metodología docente universitaria. Una experiencia de innovación desde la perspectiva de género. Tendencias Sociales, 6, 111-132. https://doi.org/10.5944/ts.6.2020.29160

Martínez, I., Sanz, C. & Resa, A. (2021). Motivar la participación en las aulas universitarias desde las pedagogías feministas. En L. Álvaro (Eds.), Género y educación: escuela, educación no formal, familia y medios de comunicación (pp.169-173). Dykinson.

Martínez, I. y Sanz, J. (2022). Percepciones de la participación en las aulas universitarias desde un enfoque de género y de diversidades. UCM.

Autoras/es

Irene Martínez Martín, Jon Sanz Landaluze

UCM, grupo INDUCT

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1 respuesta

  1. diciembre 16, 2022

    […] Compartimos docentes y estudiantes una cultura común en torno a la participación? ¿Es fundamental la participación en las aulas universitarias para un aprendizaje exitoso? ¿Basta con tener un conjunto de herramientas y técnicas para hacer nuestras aulas participativas?  […]

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