Ciencia Abierta: Otra manera de hacer ciencia en la Universidad

Nuestra manera de entender y de hacer ciencia se está viendo modificada en los últimos años. Los avances en el mundo digital y la globalización de la comunidad científica han promovido una transición hacia una ciencia más abierta, accesible, democrática, eficiente, transparente, y reutilizable. Esta nueva manera de hacer ciencia debe beneficiar a la sociedad en su conjunto y responder a las necesidades actuales. Ello requiere una transformación de todo el proceso científico favoreciendo un enfoque colaborativo más que competitivo y teniendo en cuenta los aspectos éticos en los procesos de investigación científica.

Pero ¿a qué llamamos Ciencia Abierta? Este movimiento es un nuevo paradigma en la forma de abordar la investigación; es un cambio no tanto de lo que se hace ni de los medios que se dispone para hacerlo, sino de cómo se hace. La Ciencia Abierta permite que el derecho a la ciencia sea más efectivo y que la información, los datos y los productos científicos sean más accesibles (acceso abierto) y reutilizables (datos abiertos). En definitiva, va más allá de las posibilidades que brindan las tecnologías de la información y suponen una metodología nueva, que también atañe a la propia evaluación de la investigación, mediante la revisión por pares abierta y la atención a nuevas métricas.

El concepto Open Science ha venido precedido del acceso abierto a los contenidos científicos y lo amplía al promover que esté en abierto no sólo el resultado de la investigación científica sino todas sus fases o etapas, incluyendo el acceso a los datos que han surgido de ella y los instrumentos auxiliares utilizados, además de una descripción más precisa de los procedimientos por los que se ha llegado.


Todo ello permite la reproducibilidad de la investigación y, por tanto, contribuye a hacer una ciencia mejor.

El reconocimiento oficial del concepto Ciencia Abierta parece encontrarse en el documento Digital science in Horizonte 2020, impulsado por la Comisión Europea, en 2013, y que se enmarca en el desarrollo de un mercado único digital, uno de los objetivos prioritarios de la Unión Europea. En ese documento se contempla la nueva orientación que ha de tener la investigación: un entorno científico colaborativo y abierto, que le facilite su acercamiento a la sociedad y que permita la innovación mediante la reutilización de la ciencia. Dos años más tarde, y como resultado de una consulta pública, la Comisión Europea publica un nuevo documento en el que hace constar tres recomendaciones para el desarrollo de la e-Ciencia: favorecer la publicación en abierto de los resultados y los datos de la investigación, formar a los investigadores en los nuevos postulados de ciencia abierta y tener actitudes receptivas y proactivas hacia los cambios que se avecinan. Ese es precisamente uno de los elementos esenciales para que este movimiento cristalice en un progreso efectivo: lograr que los investigadores se involucren y participen en este nuevo entorno basado en la transparencia y la cooperación. De manera simultánea, también los centros de investigación y las universidades, a través de sus oficinas de gestión de la investigación y de sus sistemas bibliotecarios, deben dar soporte y respaldo a nuevas actividades, como la gestión y políticas institucionales de los datos de investigación, la creación y mantenimiento de infraestructuras que promuevan la colaboración, o la asesoría en cuestiones relacionadas con la seguridad de la propiedad intelectual y con la visibilidad de la investigación.

El Plan S, impulsado el 4 de septiembre de 2018, por Science Europe, una agrupación de agencias públicas financiadoras de investigación a través de la cOalistion S y revisado en 2019, supone otro hito importante en la transición hacia la Ciencia Abierta. Su principal objetivo, articulado en diez principios básicos, es que, a partir de 2021, todas las investigaciones derivadas de proyectos financiados por agencias suscriptoras del Plan S publiquen inmediatamente su trabajo en acceso abierto, esto es, en repositorios documentales o en revistas accesibles para todo el mundo que cumplan una serie de requisitos. Por el momento, esta condición de rápida transferencia de conocimiento afecta a los artículos científicos revisados por pares, sin embargo, la cOalistion S se ha comprometido a diseñar un plan específico para las monografías y los capítulos de libro, a finales de 2021.

Por su parte, el 30 de septiembre de 2020, la UNESCO presentó su Anteproyecto de Recomendación sobre la Ciencia Abierta, cuya aprobación está prevista para el próximo año. La finalidad de este instrumento jurídico, en cuya elaboración han participado expertos procedentes del ámbito universitario, bibliotecario, editor e investigador, es poner de relieve el potencial revolucionario de la ciencia abierta y la necesidad de que esta esté más conectada con las necesidades de la sociedad así como promover la igualdad de oportunidades y reducir la brecha existente, entre países, en materia de ciencia, tecnología e innovación. Para ello es necesario un consenso mundial que incluya la creación de una definición común de ciencia abierta así como en la asunción de una serie de principios y propuestas de acción que la hagan posible.

Ante este panorama cambiante la Universidad debe responder a las siguientes cuestiones: ¿De qué manera se materializa la Ciencia Abierta en la universidad? ¿Cómo afecta a los profesores universitarios, también investigadores?


¿Está cambiando realmente nuestros hábitos investigadores? ¿De qué manera?

Autoras/es

Yolanda Martín González y Críspulo Travieso Rodríguez
Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Universidad de Salamanca.

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