Laboratorios de medios sociales. Una experiencia de creación socioeducativa en la universidad

Los laboratorios sociales, como espacios de experimentación socioeducativa, se han convertido en uno de los principales mecanismos de innovación en nuestros días. En este marco, los medialabs surgen como un tipo de laboratorios centrados en la experimentación con tecnologías y medios de comunicación y evolucionan, con el desarrollo de la sociedad digital, hacia laboratorios de mediación ciudadana e innovación social.

Los laboratorios de medios sociales (Pascale, 2018) pueden caracterizarse como uno de esos nuevos dispositivos institucionales que surgen para medir la temperatura social, y convertir las protestas en propuestas. En ese sentido, son un mecanismo de doble potencialidad: por un lado, permite identificar nuevas temáticas a las que las instituciones por sí solas no llegarían y, por el otro, facilita una forma alternativa de trabajar tanto estas problemáticas como las que ya se encuentran en la agenda política. Esto hace de los laboratorios un instrumento interesante para aportar soluciones a la intervención sociocomunitaria desde la propia ciudadanía.

Los medialabs se construyen sobre el concepto de innovación social. Esta se define como el desarrollo y la implementación de nuevas ideas (productos, servicios y modelos) que satisfagan las necesidades de la comunidad y creen nuevas relaciones y colaboraciones sociales (European Commision, 2013). La innovación social va más allá del emprendimiento social, atendiendo a las estrategias, tácticas y teorías de cambio, que activan la participación ciudadana en el desarrollo de soluciones compartidas (Phills, Deiglmeier y Miller, 2008)

En nuestro actual contexto, son frecuentes los cuestionamientos con respecto a la labor de las universidades, el sentido de la producción académica y su vinculación con los complejos problemas que aquejan a la sociedad. De acuerdo con Heleta (2016) los académicos no se encuentran perfilando los debates públicos. Anualmente se publican más de un millón de artículos en revistas académicas, que son en su mayoría ignorados por la comunidad científica.


El papel de las universidades con grados centrados en temas vinculados con innovación social puede ser un factor fundamental en el desarrollo social.

Tal y como afirman Ruiz y Alcalá (2016) es clave “la transformación de centros tradicionales que implementaron culturas tradicionales en espacios de diálogo, en ecosistemas creativos. Simultáneamente dedicados a la reflexión y al debate, a la investigación y a la producción, a la formación y a la socialización”.

Mientras el mundo se mueve de manera vertiginosa, las universidades han transformado poco las lógicas de operación y la estructura organizacional heredadas del medievo. Sin embargo, en algunas instituciones se está replanteando la refundación del modelo de universidad que necesitamos para la realidad contemporánea. Las apuestas más disruptivas proponen universidades sin infraestructura, universidades sin currículum o universidades en las que la cooperación para la solución de problemas sea el eje que guía el aprendizaje. A pesar de ello, siguen siendo escasas las propuestas que desde la estructura académica, la administración o las formas de validación, rompan con los modelos dominantes de producción de conocimiento.

La pregunta que nos planteamos es cómo desarrollar un modelo de laboratorio social, orientado al procomún y al cambio social, que sirva de manera simultánea a la producción de conocimiento en humanidades, al cuestionamiento de los sistemas dominantes de producción de conocimiento, a la transformación de la universidad como institución educativa y a los propios procesos de aprendizaje. En este sentido, las distintas maneras de concebir los laboratorios, ya sea como prueba (Sangüesa, 2010), como hipótesis (Serra, 2015) o como espacios de escucha (Lafuente y Cancela, 2017), deben servirnos como rutas o repertorios posibles para detonar procesos de construcción social de conocimiento desde una perspectiva distribuida, abierta y colaborativa.

Proponemos pensar en el laboratorio social como una apuesta, un prototipo o modelo de lab que aborde la transformación de los procesos de producción de conocimiento, la reformulación de las instituciones universitarias y el papel de las humanidades para incidir en los procesos sociales desde la defensa del procomún.

Un prototipo es un producto tentativo, provisional, incompleto, experimental, abierto: “Prototipar no es tanto encontrar soluciones como asegurarse de que se comprenden bien los problemas o, en otros términos, de que hemos sido lo bastante críticos como para explorar las consecuencias de nuestros diseños y para asegurarnos de que hemos tomado en cuenta casi todos los puntos de vista posibles.” (Lafuente y Cancela, 2017).

Los laboratorios cumplen con una función esencial en la educación. Su potencial didáctico es alto porque abogan por el desarrollo de una visión activa del estudiante en los procesos de aprendizaje. Los medialabs o laboratorios de medios han sido definidos como unidades para el descubrimiento e impulso de nuevas ideas (Sádaba y Salaverría, 2013). En las universidades abren espacios para la experimentación con tecnologías digitales (Edwards, 2010). Los medialabs son espacios experimentales donde se busca deconstruir y criticar las maneras en que las tecnologías operan dentro de la sociedad (Schmidt y Brinks, 2017).

A través de este ejercicio de reflexión buscamos argumentar que los laboratorios sociales son plataformas que permiten habilitar procesos creativos y productivos para la transformación social e institucional a partir de la disrupción en los procesos de producción de conocimiento asociados a la defensa de los bienes comunes. No hay un modelo ni formato único de laboratorio. Sin embargo, consideramos que desde las universidades es importante rescatar la vocación de experimentación propia de la innovación para transformar la cultura académica, el entorno y las comunidades. La universidad y las humanidades digitales tienen una oportunidad invaluable de incidencia en este proceso.

El desarrollo de los medialabs en el entorno universitario genera nuevas oportunidades para la innovación, incorporando el espíritu hacker dentro de instituciones en ocasiones centenarias. La transformación digital, la apertura y la implicación social adquieren una nueva dimensión poco frecuente en las instituciones de educación superior. La innovación que el medialab aporta se concreta en la materialización de los principios y formas aprendidos en el ámbito digital. Se generan procesos de innovación abiertos y compartidos. Se configuran como plataformas generativas orientadas a la producción frente a la idea de portal que muestra unos contenidos ya cerrados a unos usuarios consumidores. Suponen también una forma de explorar la continuidad de las dimensiones física y digital, lejos de falsas dicotomías entre “lo real” y “lo virtual”.

Referencias

Edwards, D. (2010). The Lab: Creativity and Culture. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press.

European Commision (2013). Guide to Social Innovation

Heleta, S. (2016). Academics can change the world if they stop talking only to their peers. The Conversation. Consultado el 3/05/2021 en https://theconversation.com/academics-can-change-the-world-if-they-stop-talking- only-to-their-peers-55713

Lafuente, A. & Cancela, M.(2017). Cómo hacer un prototipo. La Aventura de Aprender, Guía Didáctica. EducaLab y Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Pascale, P. (2018). Laboratorios de Innovación Ciudadana: nueva institucionalidad para un futuro sostenible. Revista Pensamiento Iberoamericano, 6, 63-72.

Phills, J.A., Deiglmeier, K. & Miller, D.T. (2008). Rediscovering Social Innovation. Social Innovation Review, 16, 12-23

Ruiz, J.M., Alcalá, J.R. (2016). Los cuatro ejes de la cultura participativa actual. De las plataformas virtuales al medialab. Icono 14, 95-122

Salaverría, R. y Sádaba, C. (2013). Comunicación y democracia en el entorno digital. AdComunica, 5, 141–174

Sangüesa, R. (2010): Cambio de rumbo: la vida después de Citilab. Recuperado 2/05/2021 de http://ramonsanguesa.com/cambio-de-rumbo-la-vida-despues-de- citilab/

Schmidt, S. y Brinks, V. (2017). Open Creative Labs: Spatial Settings at the Intersection of Communities and Organizations. Creativity and Innovation Management, 26(3), 291–299.

Serra, A. (2010). “Citilabs, Qué pueden ser los laboratorios ciudadanos”, La Factoría, Nº 45-46.

Autor:

José M. Gutiérrez Pequeño

Grupo CEAEX

Universidad de Valladolid

 

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