Por una actividad científica al servicio del bien común y el compromiso social
La ciencia es una actividad universal, independiente, colaborativa y orientada al bien común. La comunidad científica está condicionada por la evaluación de su producción, que se traduce en una cuantificación de sus resultados mediante criterios, indicadores y clasificaciones externas, diseñadas por organismos públicos y empresas privadas. Los científicos se convierten en «emprendedores» para la innovación, «acreedores» de la excelencia exigida, o ambas cosas a la vez. Para superar esta situación la ciencia debe abrirse a dos enfoques: el procomún y la perspectiva de género. Por una parte, abrir las ciencias a las necesidades básicas de nuestro tiempo a través de las interacciones con los ecosistemas bio-sociales y los modelos productivos y comunicativos. Por otra, superar la consideración del género únicamente como objeto de estudio para considerar la equidad de género en los grupos de investigación y cómo se abordan los diseños, desarrollos y difusión de los estudios científicos desde la perspectiva feminista.