Promoviendo la Ciudadanía Planetaria a través de la naturalización de patios escolares

En 1992 se celebró la conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Brasil (Río de Janeiro), un acontecimiento histórico en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible. En 1996 el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente creó el programa Ciudadanía Ambiental Global que subrayó los derechos y las responsabilidades que la ciudadanía tenía con el medio ambiente. Se consideraba de esta forma el medio ambiente como una pieza fundamental de la propia democracia, buscando una participación para crear un nuevo pacto social que cuestionara el ritmo de crecimiento de los mercados y la dirección del mercado global en el que las multinacionales toman el poder que pertenece a los estados y ejercen un control sin precedentes sobre la totalidad de los recursos mundiales (Gutiérrez Pérez y Prado Rojas, 2015).

Dos fechas cruciales, dos ejemplos de otros muchos que podríamos poner y que dan cuenta de las diferentes iniciativas institucionales que subrayan la necesidad de pensar en el actual modelo económico y de desarrollo. Iniciativas institucionales que han sido acompañadas por otras muchas que han ido surgiendo desde la sociedad civil, como la Comisión Carta de la Tierra (creada en 1997) que tras varios años de trabajo logra un consenso internacional sobre la Carta de la Tierra en el año 2000, en cuyo preámbulo leemos: “Estamos en un momento crítico de la historia de la Tierra, en el cual la humanidad debe elegir su futuro. A medida que el mundo se vuelve cada vez más interdependiente y frágil, el futuro depara, a la vez, grandes riesgos y grandes promesas. Para seguir adelante, debemos reconocer que, en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre con un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz”.

El 28 de julio de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró que el medio ambiente sano es un derecho humano, solicitando a sus 193 Estados Miembros que redoblen sus esfuerzos para garantizar que todas las personas del planeta cuenten con acceso a un «medio ambiente limpio, saludable y sostenible». Este llamado es fundamental si tenemos en cuenta las desastrosas consecuencias de la crisis planetaria para las personas de todo el mundo, pero especialmente para las mujeres, las niñas y las personas de bajos ingresos. Una triple crisis provocada por el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación y los residuos.

Es evidente que los procesos educativos no pueden quedar al margen de la pregunta sobre qué modelo de desarrollo es más humano, más armónico con la naturaleza, puede reportar más justicia social y universalizar los derechos. Y en la búsqueda de respuestas a esas preguntas (que no en la búsqueda de una solución definitiva), el enfoque de la educación para una ciudadanía planetaria puede ser de utilidad.

La educación para la ciudadanía planetaria es un enfoque educativo que subraya nuestra interdependencia y nuestra ecodependencia, analizando críticamente nuestras formas de conocer y de estar en el mundo derivadas de la modernidad, la colonialidad y el patriarcado, en los que el ser humano se percibe como superior a otros seres vivos, concibiendo la Naturaleza como algo externo, separado de sí mismo, como algo a explotar y dominar. Es una perspectiva que llama la atención sobre nuestra ceguera al concebirnos fuera de la Tierra y sin percibir el entramado de seres vivos del que formamos y somos parte.  Nos ayuda a pensar cómo el bienestar del planeta está vinculado al bienestar humano (Sant, Davies, Pashby y Shultz, 2018; Moraes y De Almeida, 2017).

Cuando la educación se ve afectada por estas preocupaciones es invitada a pensar en la cosmovisión que predomina en sus materiales educativos, en sus metodologías, en sus relaciones educativas, en la configuración de los espacios y tiempos escolares y en la relación del centro educativo con su entorno natural. Y son precisamente estas preguntas las que nos ayudan a reconocer que el contacto habitual con la naturaleza mejora habilidades y competencias centrales en cualquier proceso de aprendizaje como son la observación, la memoria, la atención, la imaginación, la creatividad, la manipulación o el cuidado.

La ciudad de Santander (situada en el norte de España) cuenta con 80 escuelas de educación primaria que se sitúan principalmente en entornos urbanos y periurbanos, en los que la presencia de arbolado en los patios o de un sencillo jardín puede llegar a ser muy reducida, primando las superficies cubiertas de pavimento o, incluso, de asfalto. En 2023 el Ayuntamiento de Santander y SEO/BirdLife promovieron un concurso para la naturalización de patios escolares, en el marco del proyecto Santander Capital Natural[1]. Dieciséis escuelas participaron en el concurso en el que proyectaban medidas para el fomento de la biodiversidad, la permeabilización del suelo y la naturalización del currículo escolar. Tres escuelas resultaron elegidas para llevar a cabo la naturalización.

 

 

 

 

 

 

 

En este marco general, el Grupo Global Education de la Universidad de Cantabria colabora con el proyecto Santander Capital Natural, concretamente en las acciones de naturalización de patios para promover la biodiversidad en las escuelas. Estas acciones educativas persiguen, tanto introducir la naturaleza en las aulas y los patios como sacar las aulas a la naturaleza.

La hoja de ruta, previa a la ejecución de los proyectos de naturalización durante el verano de 2024, conlleva acompañar a los centros educativos en: (1) la redacción del proyecto ejecutivo para naturalizar el patio escolar, coordinada por el Ayuntamiento de Santander, (2) la evaluación ecosocial del patio antes de su naturalización, con la ayuda de los técnicos de SEO/BirdLife: diagnóstico social y relacional del uso del patio, diagnóstico de la biodiversidad presente en el patio y diagnóstico del uso del patio en la experiencia educativa y (3) la dotación de herramientas para la incorporación del patio en el currículum escolar, a través de diferentes procesos de formación docente.

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[1] La acción de naturalización de patios escolares está desarrollada por Ayuntamiento de Santander y SEO/BirdLife en el marco de Santander Capital Natural. El proyecto cuenta con el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) en el marco del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU.

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Referencias